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Equilibristas de la vida:
El diagnóstico
Hasta hace seis años, Salvador Lares llevaba una vida muy normal, “me gustaba mucho bailar y como cualquiera, había cosas que me costaba mucho trabajo hacer”. En el ámbito laboral dependía de su destreza física pues su vida la dedicó a ser maestro de baile y promotor cultural, pero la normalidad se comenzó a ausentar cuando empezó a detectar diversos síntomas raros como: trastorno del sueño, cansancio excesivo y, una pérdida de fuerza de modo eventual y del sentido del olfato, los cuales ya no le permitieron continuar con sus actividades cotidianas. Un año más tarde le diagnosticaron mal de Parkinson.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez” define la enfermedad de Parkinson como una alteración neurológica caracterizada por la pérdida prematura de algunas células del cerebro muy especializadas. Por lo general esta enfermedad se presenta en personas que van de los 50 a los 65 años de edad. Puede presentarse tanto en hombres como en mujeres. “El Parkinson es una enfermedad crónica-progresiva y altamente discapacitante”, explicó Lares.
Tras ser diagnosticado con esta enfermedad neurológica, Salvador Lares comenzó a realizar una nueva vida, pues su cuerpo le impidió seguir trabajando. Sin embargo, el proceso de asimilación de la enfermedad no fue nada fácil. Su sostén, en esos momentos, fue el escrito de una amiga suya titulado “Equilibristas de la vida”. La asimilación por parte de su familia tampoco fue sencilla, “en primera instancia se desconciertan porque no saben qué es el Parkinson, pero, por otro lado, quieren sobreprotegerte lo que tampoco es correcto”, aclaró.
“El diagnóstico del Parkinson lo vives como el equilibrista lo vive. Supongo que estar en el cable es como estar entre el abismo”
En el año 2012, Lares decidió asistir a la Asociación Mexicana de Parkinson (AMPAC) para recibir terapias. Hoy es el presidente de dicha fundación, que se encuentra trabajando desde hace 18 años, “surgió por la necesidad de satisfacer demandas de terapias en el caso de Parkinson”. La asociación se fundó por pacientes, familiares y médicos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. AMPAC sí recibe apoyo, pero de manera muy independiente a la Secretaría de Salud y del Instituto debido a que es una asociación civil sin fines de lucro.
AMPAC cuenta con alrededor de 350 asociados de los cuales 50 están activos. En palabras del propio Salvador Lares, “a lo que se dedica la Asociación Mexicana de Parkinson es a brindar terapias complementarias; terapias físicas, psicológicas, etc.” Los tratamientos que se llevan a cabo son asignados por profesionales que son contratados por su servicio a bajo costo. Asimismo, cuentan con algunos voluntarios que son familiares de los mismos pacientes.
“Hacemos mecanoterapia, tenemos equipo que la mayoría ha sido donado. Tenemos un salón para arte terapia, también hacemos terapia física qué son ejercicios de coordinación de marcha, hacemos tai chi, yoga, foniatría recreativa, brindamos masajes y hacemos teatro terapéutico”, mencionó el presidente de AMPAC.
La asociación se mantiene de pie, principalmente gracias a las cuotas de los afiliados, seguido de algunas kermeses que llegan a realizar y a la venta de artículos de diferente índole para la recaudación de fondos.
¿Qué es AMPAC?

